El muralismo mexicano fue
uno de los fenómenos más decisivos de la plástica contemporánea iberoamericana y sus principales
protagonistas fueron Diego
Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros. A partir de 1930 el movimiento se
internacionalizó y se extendió a otros países de América.
El impulsor de este
movimiento fue José Vasconcelos, filósofo y primer secretario de Educación
Pública de México quien, tras la Revolución, pidió a un grupo de artistas
jóvenes revolucionarios que plasmaran en los muros de la Escuela Nacional Preparatoria de la ciudad de México la imagen de la
voluntad nacional.
Los artistas tenían total
libertad para elegir los temas y mostrar un mundo nuevo sobre las ruinas, la
enfermedad y la crisis política surgida tras la Revolución. Influidos por el
rico pasado precolombino y colonial, los muralistas desarrollaron un arte
monumental y público, de inspiración tradicional y popular, que ponía fin al
academicismo reinante, exaltando su cultura y origen precortesiano.
En 1923 el muralismo se volvió muy conocido dentro y fuera de
México. “Los tres grandes” David
Alfaro Siqueiros, Diego Rivera y José
Clemente Orozco continuaron
pintando con los fondos del Departamento de Educación José Vasconcelos hasta
que fue él sustituido por José Manuel
Puig Casauranc, quien continuó apoyando solamente a Diego Rivera.
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